Desde la perspectiva descriptiva del ecosistema del Internet se pone en manifiesto la no existencia de fronteras en el ciberespacio, siendo el Internet un fenómeno eminentemente global, la tendencia de la comunidad cibernauta es abogar por el auto gobierno y la autorregulación, como la mejor forma de materializar la democracia liberal y la mejor respuesta para tutelar las necesidades de esta era digital, en resumen diremos el gobierno y ciberespacio no debe edificarse sobre la base de legislaciones estatales y del mundo Off –Line , por el contrario estas deben relacionarse sobre reglas emanadas del seno de la sociedad virtual Usuario –Internet.
La ausencia de una política universal para la autorregulación en el uso del internet ha generado crisis en los estados quienes están enfrentados a serios problemas de legitimidad, sobre todo en su esfuerzo por garantizar la seguridad jurídica que conlleva en reglamentar y judicializar actividades ilícitas que se cometen a través del internet.
Según la doctrina la soberanía es «el poder absoluto y perpetuo de una República». No obstante, con la llegada del Internet nos damos cuenta, que el concepto doctrinario no responde al ámbito del ciberespacio, donde no existen fronteras, donde la censura, el derecho a la privacidad han ido perdiendo o cambiando de significado sin la discusión pública que haría falta en una democracia, observamos que consecuentemente se está perdiendo la capacidad de hacer valer las reglas del juego dentro de sus fronteras, al tiempo que ese poder se dispersa y se atomiza, trasfiriendo el control a la esfera pública y privada.
La ausencia de fronteras en el ciberespacio es un tema de consideraciones jurídico-políticas y difícil de resolver, sobre todo por la pérdida de control, que de por sí ya está acentuando algunas tendencias tales como, el recurrir a la ley divina y del derecho natural; otros se auxilian al propio orden social comunitario, entre los cuales está la adhesión a los Tratados Internacionales, un ejemplo claro lo observamos en las dificultades para reconciliar normas estatales y cambios en los usos tecnológicos, por ello consideramos que legislar el ciberespacio es un tema difícil de resolver.
Es de suma importancia llamar a reflexión a los Estados, quienes deben tomar la iniciativa de encontrar vías de conciliación y normativas que converjan en una escala jurisdiccional global, donde se implementen reglas de operaciones universales, que coadyuven al cierre de acciones ilícitas, tales como las sedes en paraísos fiscales para fines tributarios, incluido las diversas modalidades delictivas más insospechadas, que parecen ser ilimitada desde el mundo virtual.
Hacer un análisis más pormenorizado de la génesis del ciberespacio y su evolución centrado en una visión integradora del uso del ecosistema donde se impulse el desarrollo de la humanidad, anteponiendo todo interés de poderes y respetando la interculturalidad de los pueblos, podría ser el comienzo para articular un nuevo concepto de soberanía.
Por ello dejo en este epígrafe constancia de dos temas fundamentales, sobre las que en todo caso podemos converger:
1) Aceptar que legislar el ciberespacio es imposible, por consiguiente, la única forma de controlar es el autogobierno y la autorregulación por parte de los usuarios, en ese enfoque podemos construir un concepto de Estado democrático, donde el único soberano posible es la comunidad usuaria del ecosistema en su conjunto.
2) Afianzar el principio democrático desde una perspectiva de legitimidad democrática indirecta, basadas en normas sociales donde las reglas no estén escritas, ni se enuncian explícitamente, por el contrario, que estas se rijan por el comportamiento de los usuarios dentro de una sociedad, al quien se le confiere la soberanía como una unidad monolítica, de tal forma que se ignore la pluralidad de elementos sociales basados en normas orgánicas.
¿Es incompatible la concepción de legislar el ciberespacio? Pues la noción de los derechos fundamentales se encuentra implícito en la asimilación de la libertad natural con la libertad civil, ello no es sino la consecuencia lógica de la situación en que nos encontramos inmersos en esta era digital, el objetivo de asegurar la libertad natural, o la libertad civil, es una de las razones por las cuales considero que las regulaciones que se han creado para controlar el comportamiento de los usuarios en Internet han fallado en lograr su objetivo final. Por nuestro razonamiento esta que el crear normas positivizadas en el ordenamiento jurídico del Estado no es del todo suficiente para crear cambios en el comportamiento de los usuarios del ciberespacio.
Es de reconocer que la tendencia en lo que refiere al ciberespacio, en principio el razonamiento de los humanos es regirse conforme a las normas sociales del derecho natural, como el único mecanismo por el cual la regulación puede ser creada, mantenida y mejorada. El problema aquí podría ser que una gran parte de las leyes existentes que pretenden regular el ciberespacio no son aceptadas por los usuarios como reglas que impongan una obligación social que deba ser atendida. Es claro que no existe una obligación –social o legal- de obedecer una ley que no aplica a las acciones que uno realiza; pero desafortunadamente en el ciberespacio es muy difícil saber cuál ley aplicar.
Ahora bien, los usuarios de internet tendrán la percepción de que la ley le aplica si ellos mismos aceptan que el creador de la ley tiene legítima autoridad para convertir en ley la norma social; pero si por el contrario los usuarios no conocen la ley o consideran que la ley no les aplica, no sentirán la obligación de cumplirla. Entonces, quien pretenda crear una ley para regular el ciberespacio y cuya intención sea que la misma sea cumplida, debe convencer de alguna forma a los usuarios de Internet de que su autoridad es legítima, y que la ley debe ser cumplida por ellos.
Para que el ciberespacio se convierta en un espacio legal, se requiere no solamente que quien crea las leyes tenga autoridad para dicho efecto, también es importante el contenido de la ley; de esa forma se podría lograr el respeto de los usuarios de internet y al mismo tiempo influenciar su conducta en dicho medio.
Concluiremos diciendo que legislar el ciberespacio genera conflicto al tratar de crear leyes que aplican en el mundo físico para regular el mundo cibernético.